Las onomatopeyas

Nadie suele pensar en las onomatopeyas, pobrecitas. Las damos por supuesto, como si no tuvieran ningún peso, porque no tienen ningún significado en concreto… pero en una traducción son importantes. ¿Tenemos las mismas onomatopeyas en todos los países? ¿Se escriben igual?

Mortadelo y filemón

En el caso de los perros, por ejemplo, cambian bastante tanto la fonética como  la escritura. En el caso de los gatos, se cambia más lo que es la grafía. En el siguiente enlace podéis averiguar si los animales de diferentes países se entenderían o si el idioma cambia tanto como en el caso de los humanos.

Por supuesto, las onomatopeyas no solo recrean sonidos de animales, sino que expresan ruidos[ambientales], sonidos de instrumentos y de seres humanos, por ejemplo. Son claramente representativas: si yo escribo tilín, tururú, muac o achís, entendéis perfectamente lo que está pasando, ¿verdad?  Las onomatopeyas añaden expresividad y se utilizan especialmente en cuentos y cómics.

A pesar de que sean tan fáciles de entender, no son para nada fáciles de traducir. En primer lugar, solemos jugar con el espacio disponible y, como las solemos utilizar en lo oral, no sabemos muy bien cómo se escriben. Además, tendemos a contaminarnos con el inglés (¿desde cuándo una bomba hace ¡boom! y no ¡bum!?). Finalmente, hay que tener muy en cuenta el tono en el que lo está diciendo el personaje para que al traducirlo dé el mismo efecto. No suena igual un jajajaja que un ja, ja, ja, ¿no?

Resultado de imagen de ha ha nelson

Los que sí que hacen caso a las onomatopeyas son los ingleses. ¡Están locos por ellas!  De hecho, construyen verbos a partir de ellas. Por ejemplo, tweet es el sonido que hace el pájaro (pío), pero también es el verbo piar; y burp es el sonido de un eructo y también el verbo eructar. Qué bien aprovechadas, ¿no os parece?

En español, además de que no les hacemos mucho caso, solemos confundirlas con las interjecciones (ah, ay, uy). En realidad, tampoco es un crimen, puesto que son parecidas, pero tampoco está de más que las diferenciemos. La principal diferencia es que las interjecciones son enunciados completos y las onomatopeyas son imitaciones de sonidos y ruidos. Por otra parte, las interjecciones pueden ser “palabras completas”, como ¡vaya! y ¡jodo!

A pesar de ser cortitas, las onomatopeyas aportan un toque diferente a un texto y pueden suponer un gran quebradero para el traductor. ¿Les prestaréis más atención/la atención que se merecen la próxima vez?

 

 

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